27 de febrero de 2007

CCLXXI
KOKUS BAKUUS IN DEKIM


Es verlo para leerlo,
leerlo para que se haga.
No hay verso que satisfaga.
Menos no poder hacerlo.
Tan acabado ponerlo
ya por el sexto lugar
de esta décima abarcar.
En el ocho de un suspiro
se encabalga en un respiro.
El diez para terminar.

CCLXXII
LA ENVIDIA

Se alivia como la sarna,
rascando, pues no se cura.
Aunque con esa premura
mientras más rasca descarna
el alma en que se encarna.
Queda pues puro esqueleto
lo que no tiene sujeto:
virtudes del otro son
y no tienen posesión.
Será siempre tan escueto.

CCLXXIII
OJETE

Condenado a tirar de la cadena,
viviendo seco donde nace el agua,
en cada uso se va y se le desagua.
Embebido en poner siempre la antena
pagando eternamente la condena
de vivir para ver siempre la huida
de morir para ser en la otra vida.
De reír, por no llorar, está el ojo,
ojete convertido por antojo,
esclavo vil, vomitando comida.

CCLXXIV
JUECES

Puede que colguéis medallas
en vuestros cuellos hinchados,
y en los pechos golpeados.
Puede que hasta con agallas
os premiéis de las batallas
políticas que montáis.
Puede ser que hasta veáis
heroicidad en lo vuestro
-pues para ello es siniestro-.
Puede que no lo sepáis.

CCLXXV
AUTORRETRETE

Soy un vate panfletario,
sin títere por cabeza,
no me alcanza mi torpeza
dejar de ser libertario,
menos no ser un gregario
del político y el banco,
para ser un cojitranco
poeta muy bien untado
por jerarcas estudiado.
Siéntelo si soy tan franco.

Los poetas de los premios,
esos poetas rüinas,
trabajan en las letrinas,
pues sus letras son proemios
para adular a los gremios
del poder y otras covachas,
con las bocas vivarachas.
Chupan y chupan las vergas
hasta que las tienen yergas.
Conformando sus garnachas.
[1]

[1] O: Tiene de premios rachas/
con versos tan dicharachas.

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